lunes, 6 de julio de 2015

Zurbarán

Estoy pasando una época especialmente mística, entre que me estoy leyendo "Caballo de Troya" (J.J. Benítez) y tanta celebración de los 500 años del nacimiento de Teresa de Ávila decidí que era el momento adecuado para ir a empaparme de Zurbarán en el Museo Thyssen y allí contemplar con medio santoral.
Antes de empezar me parecía divertido hacer mención a este San Blas que acompaña la introducción, patrón de mi parte manchega (Santa Cruz de Moya) y a cuyas fiestas hace mucho que no acudo más que nada porque el 2 de Febrero son fechas normalmente incómodas y porque el frío supera cualquier posibilidad de trascendencia.

San Blas. Francisco de Zurbarán. 1633

He salido algo decepcionado, bien es verdad que no me esperaba emociones fuertes ni grandes descubrimientos, pero los esfuerzos que ha puesto el museo por promocionar la exposición y organizar las salas según conjuntos tanto temporales como temáticos no han sido suficientes como para eliminar la sensación de haber visitado una exposición  sensiblemente plana.

San Ambrosio. 1626. Francisco de Zurbarán.
San Francisco contemplando una calabera. 1633. Francisco de Zurbarán.

Ahora toca ser un poco justo, dar un paso atrás y reconocer el esfuerzo del museo por montar la más intensa exposición de Zurbarán realizada hasta la fecha, por haber sido capaces de rescatar cuadros hasta ahora inéditos, por ir un poco más allá investigando entre los seguidores y aprendices que tuviera Zurbarán en su obrador de Sevilla y ante todo entender que la temática del autor (místico-religiosa) es aquella que le hizo subsistir y que le granjeó continuos encargos y reconomiento.

Santa Casilda. 1635. Francisco de Zurbarán

Como mención a esta variación de temáticas, en este caso la mitológica. En la exposición encontramos el  "Hércules detiene el curso del río Alfeo", de la serie de los Trabajos de Hércules realizada para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid. Encargo traído de la mano de su amigo Velázquez como ayuda para conseguir entrar en el mercado de Madrid y de la corte, aventura de Zurbarán que no acabó demasiado bien, volviéndose después a Sevilla y a su más que controlada temática religiosa.
El campo de los bodegones es un capítulo aparte, siendo la aportación de Zurbarán decisiva para la historia del bodegón español y destacando su capacidad para mostrar la materialidad diferenciada entre las piezas, detalle que también podemos extrapolar al tratamiento del textil, el detalle de los bordados y el exquisito trabajo de los pliegues.


Bodegón con cacharros, 1650-1655. Francisco de Zurbarán.
Bodegón con cesta de frutas y cardo. 1643. Juan de Zurbarán.




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