Ya nada es tan vivo, tan trepidante; los días parece que nacen tardíos, ensoñados en un velo frío y húmedo de obligaciones. La rutina se apodera de todo el mundo, hormigas ajetreadas caminando hacia sus deberes. Todo retorna a su orden.
Cuatro gotas, viento y nubes; hojas caducas adelantándote por la acera, recuerdos marchitos de un verde estival.
Me gusta el Otoño, que embellece y homogeneiza. Me gustan los ocres y el olor de la lluvia, abrir el paraguas con sorpresa y los extraños momentos de sol a medio día.
La Arquitectura se viste distinta.
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