Ya avisaba yo en entradas anteriores que Madrid se iba a convertir de golpe en un lugar con muchas, muchísimas cosas que ver y de las que disfrutar. Las tres primeras exposiciones de la temporada en las que he podido perderme han sido las de Bonnard, Kandisnky y Munch.
No sé si será por el empuje extra que le dan las fechas prenavideñas pero da gusto el encontrarse con colas para cualquier exposición, el lado malo es que no se llega a disfrutar igual entre los codazos, las conversaciones de entendidos y enteradillos, el ruido y las mil interferencias; moraleja, sacar tiempo de donde sea y dejar los fines de semana para hacer deporte y las tardes entre semana para escaparse a las exposiciones.
Pierre Bonnard.
En la Fundación Mapfre. Resultó toda una sorpresa, un Navis, o el mayor de los navis del cual ni sabía, ni conocía y al menos, ya no se me olvidará.
Todas las salas de la Mapfre dedicadas a Bonnard, empieza como sosegada, vas adaptándote a esa manera de disfrutar del color, a cómo se emplastan los fondos con la forma, las paredes con las personas. Tantos matices y tantas lecturas según se avanzaba por las salas.