sábado, 28 de febrero de 2015

cine clásico, música de cámara y Dufy, un buen fin de semana

Hay veces que ya sea por la magia de la improvisación o porque Madrid ofrece mil y una maneras de entretener una tarde, el resultado acaba siendo un Domingo auténticamente ocioso y exquisitamente enriquecedor.
Por la mañana visita a la exposición de Raoul Dufy en el Thyssen, al principio sin saber exactamente qué íbamos a ver, predisposición perfecta para acabar saliendo con la certeza de no habernos equivocado y de haber aprendido algo.
Es muy clara la manera en que su pintura va evolucionando, cambiando las herramientas y la manera de representar lo que desde el principio le cautiva y le define, que es la luz ambiental. Del Impresionismo al Fauvismo, pasando por un periodo Constructivo (sin coquetear con el cubismo) y siempre muy influenciado por aquellos con lo que se relacionaba o tomaba como modelos.

Ventana_abierta_Niza_1928
14_Julio_El_Havre_1906
Arcadas_de_L´estaque_1908


Hay un concepto que sobrevuela toda la exposición y toda la trayectoria de Dufy, es el color-luz, básicamente es la luminosidad abstracta basada en los propios colores y en su relación entre sí. Esto unido a un proceso de independencia entre el color de las figuras respecto a su contorno, liberando así su trazo y llegando a una saturación máxima del color. Asentándose y llegando así en el año 1920 a su madurez artística, con cuadros como "El campo de trigo".


Barcos y barcas. 1908
El campo de trigo. 1929

De las obras de madurez, destacarían las que relacionan interior-exterior, y cómo debido a la enfermedad a partir de 1937 su mundo comienza a ser más intimista, centrándose en temáticas culturales y musicales, así como la aparición del negro en sus composiciones. La figura del carguero negro, protagonista de muchos cuadros, es una imagen metafórica desgarradora de lo que se quiere entender como la premonición de su propia muerte.

 Naturaleza muerta con violín homenaje a Bach. 1952
 Saint-Adresse el carguero negro. 1951


Hasta aquí llegó la mañana, después a la hora del café nada mejor que volver a ver Roman Holiday o Vacaceiones en Roma, que nunca habíamos visto en versión original y tiene tres atractivos indispensables: uno es el poder ir viendo los rincones de la ciudad con más magia del mundo y comparándolos con lo que recordamos de Roma, otro es la película en sí misma y el tercero es Audrey Hepburn que siempre me ha resultado hipnótica, aunque me parece que en otras películas como Charada está aún más guapa.

Para la tarde un concierto de música de cámara en la Residencia de Estudiantes, con motivo de la exposición "Redes Internacionales de la Cultura Española 1914-1939". Interpretado por alumnos del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid que forman el Trío Mouvement, Quinteto Zyriab y Cuarteto Nebra. Aquí pongo unas fotos del programa y de la información que daban sobre los intérpretes y el argumento bajo el cual se ha montado este concierto.

 Y aquí el programa, que va como de menos a más, habiéndome gustado especialmente "la oración del torero, op 34" de Joaquín Turina y los dós últimos movimientos de "Trío en la mineur avec piano" de Maurice Ravel como broche perfecto a un concierto fantástico de 70 minutos.

Aconsejo a todo el mundo a estar pendiente de los eventos de la Residencia de Estudiantes, eso sí, para los conciertos bien merece la pena esperar una hora antes la entrada porque debido a la gratuidad de los mismo la sala se llena y en el caso de la música también hay una parte de espectáculo en poder ver la plasticidad de los ataques de los arcos contra las cuerdas y los muchos gestos de ensayada complicidad entre los intérpretes, no todo es escuchar y si se puede mejor llevarnos la experiencia completa.

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