De Paul Delvaux no puedo ni me atrevo a decir nada, no soy ningún fanático del surrealismo, y menos todavía cuando se alarga hasta bien entrados los años 70. De todas maneras admito cierto atractivo en la mirada perdida de esas figuras femeninas, ya no se si producto de la ensoñación o por la distorsión pero los ojos enormes, inertes de esas palidísimas mujeres en Babia sí que dan pie a un ratito de introspección delante de algunos cuadros, escudriñados por sus miradas.
Organizan la exposición en conjuntos temáticos que son: Venus yacientes; El doble (parejas y espejos); Arquitecturas (por lo que parece Paul Delvaux estudió un año de Arquitectura y algo de gusanillo se le quedaría en el alma, añadiéndolo así entre sus tópicos que unidos a los trenes, por algo también le llaman el pintor de los trenes, las mujeres, y la muerte o los esqueletos, los mete todos en una coctelera y comienza su ensoñación); Estaciones y El armazón de la vida.
Serenidad. 1970
Crucifixión. 1954
El retiro. 1973
Los esqueletos. 1944
Mujer ante el espejo. 1936
Las sombras. 1965
En cuato a la exposición de autorretratos de los fondos propios del Thyssen, pues muy breve, un aperitivito que nunca está de más y que cuando se recolocan algunas obras, se enfrentan unas a otras, todas unidas por el hilo conductor que podría ser "distintas maneras el autorretrato a lo largo de 400 años" pues acaban ganando interés. Lo dicho tantas veces, el cambio de punto de vista es a veces suficiente como para descubrir nuevos matices y aprender cosas que antes no estaban tan claras.
Autorretrato con la mano levantada. 1908. Max Beckman
Autorretrato. 1980. Raphael Soyer
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