Me gusta más el Verano cuando se apagan los días, ayer salí a la terraza de mi pisito en Madrid, volcado sobre un parque con niños aún jugando. Limpié esa pegajosa capa de polvo y polución de dos sillas plegables que cada dos días se deposita, y me senté estirado, con el poco viento que cabría pensar que me refrescara, a leer y fumarme en penúltimo cigarro del día. Los niños aún hacen ruido, aún lloran y se caen de los columpios, reclaman atención a sus madres y abuelos para que les vean hacer cualquier tipo de hazaña infantil.
Me concentro en la lectura, "Tokio Blues", el día ha caído y la cada vez más escasa luz me ayuda a concentrarme más aún en el Tokio descrito, la estación de Ueno, y los convulsos amores que vive Watanabe. Terminé feliz de leer, con ese vacío que siempre dejan las buenas historias al terminar.
"Norwegian wood" suena, como último homenaje a otro libro que ya pertenece al pasado. Un último cigarro disfrutando de la música, con el aire refrescándome las piernas ya sobre la barandilla de la terraza.
¡Qué lírico anochecer!
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