jueves, 1 de julio de 2010

la naturaleza del tocar y descubrir

De vuelta de un fin de semana tranquilo y relajado en el reconfortante frescor de Ávila en estas fechas, en su más que avanzada y moderna estación de trenes, uno de los paños de cristal de los ascensores estaba roto, cristalizado por un golpe en mil pedazos, es decir así:


Todos, niños y mayores, mujeres y hombres, empleados que miraban atónitos como puede haber pasado (ya os contaré cuánto tardan en reponerlo) e incluso yo mismo pasábamos la mano por encima para comprobar que no cortaba, que el caos radial, la fragmentación aleatoria estaba más allá de nuestro sentido del tacto y ello sorprendía aún más a todos que pasaban la mano, como quien frota la lámpara mágica esperando salir al genio.
Las variaciones de lo usual, el cambio o el atractivo de saber que algo está mal, la geometría caótica o una atracción al riesgo de tocar algo que pueda cortarnos; algo de todo eso y más nos induce a fijarnos en ello, a resaltarlo. De ahí la importancia de tantos acabado, serigrafiados, estampados, etc que pudiéramos imprimir en nuestros proyectos, un pequeño cambio de matices pueden convertir una mera caja acristalada de un ascensor en un foco de atención del peatón.

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