Un fin de semana de finales de Julio, un viaje desde
Ávila, camino a
Sada ( La Coruña ); la escusa perfecta para comer mejor que bien, hacerle un rodaje serio al nuevo coche familiar (que me encanta) y con la visita darle un empujón al volumen de trabajo que tanto escasea entre los calores estivales madrileños.
Más adelante ya hablaremos del programa, detalles técnicos y pequeñas ideas que poco a poco van descubriendo la luz, y cómo, las pocas y muchas cosas que voy leyendo modifican las intenciones para poder al final construir un fin más sustancial y apropiado a las tendencias
PFC actuales.
Sada es una pequeña localidad tradicionalmente dedicada a la pesca, en la Ría de
Betanzos, con una playa tranquila y un turismo de carácter local y familiar. Puedo decir que he tenido el placer de comer el mejor pulpo a la gallega que recuerdo, y otras muchas
delicatessen de la tierra que recordaré hasta una segura segunda visita más de placer.

El pueblo de
Sada se desarrolla
turísticame frente al mar y la linea de playa, con edificios de diverso carácter y heterogéneo gusto; es a partir de ese límite cuando el relieve empieza a subir
abruptamente y el resto de edificación se cuelga en distintas terrazas y desniveles donde paseando, aparecen casas de estilo indiano, ejemplos poéticos del paso del tiempo y rincones con un marcado encanto, esos en los que bien podrías pasar horas leyendo, con la brisa del mar, y la estridencia de las gaviotas de fondo.



Y siempre hay algo que te arranca una sonrisa, un contraste cuanto menos curioso.
¡¡Qué deliciosamente verde es el Norte!!
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