Tenía ganas de pasar unos días en Ávila, y más todavía que fueran días de invierno, con el frío y el estado de aletargamiento con el que se queda la ciudad a partir de ciertas horas. Totalmente abandonada a la niebla, a las sombras, un escenario perfecto para cualquier película de zombies.
Aprovechando que en un post de facebook la gente ponía su rincón favorito de Ávila, y viendo que nadie coincidía conmigo, aquí os lo presento. Es la Plaza de las Madres, un pequeño desahogo en una estrecha calle de Ávila que se abre al Convento de San José y un ejercicio casi de viaje en el tiempo, de sumergirse en los colores de esta ciudad, en la espiritualidad razón de la frase: "Ávila, tierra de Cantos y Santos", en la quietud que viví innumerables mañanas camino del colegio acompañado del vaho saliendo de mi boca, la mochila, las prisas y el silencio plomizo de esta ciudad cada vez que el termómetro está por debajo de cero.
No hace muchos años la iluminación era distinta, no sólo por el maravilloso esfuerzo del Ayuntamiento de Ávila por sustituir todas las luminarias por otras de luz más tenue, más fría y más sostenible, sino porque era sólamente una farola empotrada en la pared opuesta a la fachada de la iglesia, única pero muy cálida, y sólo había un banco también adosada a esa misma pared. Allí me sentaba yo muchas noches cuando volvía del conservatorio o volvía de fiesta, cinco minutos nada más, en total soledad permitiéndome ese rato para pensar o para no pensar en nada, especialmente espabilado por el frío que subía a través del granito sobre el que me sentaba.
Éste es el Ávila que me siempre me acompañará y del cual me siento orgulloso.
Esta plaza da acceso al Convento de San José, primera fundación de Teresa de Ávila (Santa Teresa de Jesús) en 1562 con la iglesia realizada por Francisco de Mora, 1608 y constituirá el hito fundamental para definir un estilo de arquitectura carmelitana. Rasgos que podríamos definir como una fachada en un solo plano, una ventana alta para iluminar el coro, hornacina con la imagen titular del templo, un característico frontón recto, el tripórtico sotacoro y una lonja o atrio delantero. Son los muros-contrafuertes que cierran este atrio lo que más me sigue sorprendiendo cada vez que paso por aquí, y es la manera con que ese muro se encuentra con la fachada del resto del convento, cómo gira el remate para hacerse un continuo con el resto del plano de fachada, incluso la bola ornamental herreriana cambia su posición. Es como un deliberado descoyuntamiento que ayuda a la lectura de iglesia y convento como un todo y reposiciona el acceso al atrio de la iglesia para estar más enfrentada y presente en el espacio de la plaza.
Algunos enlaces de interés.
Visita virtual a la iglesia
Artículo "Utilidad y belleza en la arquitectura carmelitana: las iglesias de San José y La Encarnacion." Beatriz Blasco Esquibias.
Y ahora mismo toda la información del mundo en relación a Teresa de Ávila y el 500 Aniversario de su nacimiento en 2015.
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